Si quisiera rodar un film acerca de mi historia, no dudaría de iniciar con el final... final que por supuesto siga abierto y cambiante tal cual es mi presente, tan lleno de posibilidades...
Presente, que, de todas maneras, ya fué a medida que transcurren estas líneas...
La última toma sería un sábado al mediodía, estudiando los mecanismos de defensa, mirando de reojo Federer-Davydenko (¡que gane federer!), escuchando The Beatles, que me llega desde el escritorio en el cual mi hijo está chateando y la sorpresa de encontrarme al novio de mi hija durmiendo en su cama mientras ella está trabajando, sorpresa que no me causa displacer a decir verdad y, que, por otra parte, tampoco es tal, todo esto mientras por mensajitos varios se conversa con mis sobrinos sobre la posibilidad de juntarnos a cenar antes de que cada uno parta a pasar una linda noche de sábado con la persona elegida, y, mi mente y mi corazón recuerdan que la más peque debe hallarse disfrutando de la actuación de su prima.
¿Aburrido se preguntarán algunos?. Contestaría: ¡para nada!
¿Cotidiano? ¡Absolutamente!
Y en estas pequeñas cosas de la cotidianeidad transcurren nuestras vidas fortaleciendose nuestro carácter, alimentándose nuestras ilusiones, manifestándose el amor, la amistad, vivenciando alegrías, tristezas, dudas.
En este mediodía que avanza puedo sentir la alegría de ver a mis hijos grandes con sus proyectos, con su vida propia y tambien puedo darme cuenta que la pequeña inicia un proceso en el cual su mundo deja de ser el que únicamente está vinculado con el mío sino que se amplía minuto a minuto.
(Oh... Federer está empatando....)
Si avanzo retrospectivamente, haciendo rodar escenas varias, lo lineal no cuenta... ya que se entrecruzan esos primeros momentos con mis hijos recién sacaditos del horno de mi "panza", sus miradas y ese olorcito a bebé recien nacido... con aquel de mis 19 años en el que me sentí verdaderemente feliz... aquellos días de libertad que vivencié a mis 38...el dolor más grande de la despedida de los que amé y partieron... la satisfacción del deber cumplido de algunos días...la plenitud del estudio...la indescriptible energía que la música me hace sentir... las locuras de mis amigos, su "ESTAR", sus risas y llantos compartidos... mis amigos de la infancia tan presentes aún... una tarde de cumpleaños donde bailé con ese chico que me gustaba y me había elegido... la desidia de algunos días del secundario...la injusticia y maldad de algunas pocas personas...los maravillosos momentos de amor que inundaron mi alma un montón de películas... los maravillosos momentos de amor que inundaron mi alma...vividos por mi... las desiluciones, el dolor, el hastío, y el cansancio marcados a fuego sobre mi piel de algunos días que, por suerte, fueron los menos... una tarde siendo adolescente grabando una novela con mis sobrinos pequeños aún...ingresar sola a mis 40 años a la facultad, subir esas escaleras con el miedo que produce toda primera vez... una noche de viernes viendo "Pablo en nuestra piel" o "Vos y yo... toda la vida" sentada con mi amigo compartiendo el chocolate que junto a la estufa nos ayudaba a combatir el frío, que por otro lado, no sentíamos... una charla profunda con mi sobrina, nuestras manos y nuestro amor fundiéndose en uno... la tarde de ayer mezclada con estudio, facebook, música y la compañía de aquellos virtuales que de una u otra manera logran modificarnos y que abren un gran signo de pregunta... estar sentada en la vereda de la calle Rivadavia, donde yo crecí, esperando la llegada de papá, de Adri o de mis amigos... la presencia ¿sin presencia? de aquella persona que hace que me sienta y me reonozca como mujer... ¡En fin! Escenas de una vida que podría llamarse PLENA. De una vida vivida y elegida. De una vida que a pesar de no haber inventado nada, de no dar cuenta de éxitos sociales o grandes logros que queden para el recuerdo de la historia de la humanidad, es una vida exitosa, con grandes alegrías y tristezas, con muchos aciertos y muchísimos más errores, con una vida que posee lo más importante en el universo que es el amor de una familia y los verdaderos afectos, que con sus defectos y virtudes, siempre dicen : ¡presente!.
La toma final sería entonces ¡un gran interrogante!, ¡una puerta abierta!, unas manos extendidas, unos ojos bien abiertos y el corazón siempre dispuesto a brindarse y dejarse cautivar por el amor.
(Y Federer perdio)