domingo, 27 de junio de 2010

Aprender a esperar.

Domingo de estudio, de fútbol, de música, de soledad y reflexiones.

Entre escritos acerca de Psicosis, la tele que en silencio muestra a Alemania ganando, mis canciones preferidas sonando, algunas tazas de café, un poco más de cigarrillos, scones mezclados con snacks y soledad interrumpida por mi gato Bubby, escucho una canción de Julieta Venegas que comienza así:

Si quieres un poco de mí, me deberías esperar Y caminar a paso lento, muy lento”…

Lo que me hace olvidar irremediablemente a mis queridos psi, para trasladarme al tema de la espera.

Calmar las ansiedades. No hablar hasta estar seguros de lo que realmente sentimos. Tomar distancia de la situación, para poder darle una perspectiva que dé cuenta de la realidad de la manera más objetiva en que se pueda.

Esperar, reflexionar, darnos cuenta de la responsabilidad de nuestros actos y de las consecuencias que cada palabra, gesto, mirada y respuesta, conlleva. Cuestiones que debemos aprender para poder vivir en sociedad con algún otro. Cuestiones que permitirán un accionar adaptativo y funcional.

Saber esperar favorece el desarrollo de nuestras fortalezas y de nuestra paciencia. Ser pacientes desde la cotidianeidad intentando domeñar las fuerzas pulsionales que se hallan en lucha permanente entre lo que quiero y lo que debo hacer, o, dicho sea de paso, entre lo que quiero y debo SER.

Por otro lado, mi propia y singular naturaleza, no puede dejar de afirmar la importancia de aspectos menos racionales. Dejarse llevar, abrirse, poder sentir y vivenciar más allá del pensamiento. Darnos la posibilidad de encontrar todos, ni blanco ni negro, sino todos y cada uno de los matices que la vida te presenta. Disfrutar momento a momento sintiendo que el instante es ya. El único tiempo es el ahora, puesto que el ayer no existe más que dentro nuestro, no hay pasado, éste ya es parte de nuestro ser. Y el futuro… aún no llega. ¿Cuánto nos queda de esta vida que conocemos? No hay respuesta.

Entre ambas posibilidades, el saber esperar actuando cautamente y el dejarse llevar vivenciando cada instante como si fuera el último, se hace necesario un crecimiento espiritual inmenso para que pueda coexistir en nuestro ser tales posibilidades que nos permitan ser nosotros mismos. Ser coherentes, intentando el logro de cierta armonía y equilibrio entre el pensar y el sentir. No herir al otro, respetarlo, dándole los espacios y los tiempos necesarios.

Ahora bien, ¿cómo lograrlo? ¿Cómo no confundir espera con…? Dejando el interrogante abierto para que cada uno que lea estas líneas lo complete con lo que sienta.

¿Cómo lograr el equilibrio entre ambas realidades? ¿Cómo ser pacientes cuando en algunos momentos va en contra de nuestro deseo? ¿Cómo no serlo si justamente serlo es lo que en algún momento se necesita?

Tarea nada fácil para los tiempos que corren en donde nos vemos bombardeados por tanta información innecesaria, por tanto concejo y palabra chanta. No tengo respuestas, solo dudas, interrogantes, sentimientos y pensamientos que en este domingo vuelan descartando toda perspectiva que me indique un camino entre lo que debo hacer y lo que siento.

Y ganó Alemania, guardo los scones, me sirvo otro café, enciendo otro cigarrillo y la canción termina…”Si me hablas de amor, Si suavizas mi vida. No estaré más tiempo…Sin saber que siento”…

Y retorno a mis queridos psi… para poder brindarles más certezas que dudas y poner mi alma y mi cuerpo en su acompañamiento y en su particular forma de conectarse con la realidad que cada uno pueda construirse.