martes, 28 de junio de 2016

Mi concepción del amor.


¡Ahhhhhhhhhhh el amor!!!!!!!!! Mucho se ha escrito al respecto. Se han perfilado innumerables concepciones y definiciones. Diversidad es la palabra que describe los cientos de ensayos que desde diferentes teorías intentan arribar a un concepto universal que explique y fundamente lo que es el amor. Muchos lo hacen desde una visión altruista y otros desde una mirada más egoísta o individualista. Y cada uno y cada cual, se aferra a la idea que más le convenga y le cierre a su forma de concebirlo… o, mejor dicho, de vivenciarlo. Porque, señores y señoras, solo para que nos vayamos entendiendo, aquí está la cuestión: podemos hablar y hablar por horas. Leer los versos más dulces o tristes, escribir las palabras más bellas e impactantes, disertar ante un auditorio repleto de ansiosos y ávidos de respuestas teóricas que le posibiliten vivir un gran amor… pero en los papeles, cuando hay que vivirlo, cuando hay que SER, cuando hay que lucharlo, ahí te quiero ver. Y ahí, volvemos a la idea de que cada uno se aferra a la imagen que más necesita… algo así como “anillo al dedo”… o “el guante a la mano”. Muchos religiosos, psicólogos, filósofos, pensadores en general, hasta el verdulero del supermercado, sostienen que el amor de verdad, el amor supremo, el verdadero, es aquel el cual uno se entrega al otro sin miramiento alguno. El que da sin esperar nada a cambio. Nunca, jamás. El amor inocente, que todo lo perdona, el compasivo. Yo aquí me pongo a pensar. Pareciera, y solo pareciera, que estaríamos hablando de un amor en su estado natural, en su estado más puro, en su estado más perfecto, en su estado más… teórico. ¿Imposible de alcanzar? Seguramente no para aquellos seres cuyas almas se encuentren en un mismo nivel de pureza, en un nivel en donde la contemplación del amor universal sea moneda corriente y el desapego sea parte de su conducta habitual. Pero de pronto, hilando más finito, descubro que naturalmente a los hijos así se los ama… entonces la cosa cambia y debemos diferenciar diferentes tipos de amor. A lo que me lleva a la siguiente pregunta: ¿existen diferentes tipos de amor? Creo que no. Creo que el amor es amor a secas. Hasta me atrevería a asegurar que se puede amar con la misma intensidad, pero las manifestaciones serían diferentes. Los modos serían diferentes. Lo que se entrega, en realidad la forma en que se da, las maneras en que se espera o no, es lo que cambia. Y en los hijos, el amor es lo que se encuentra en ese estado puro, en ese estado de total belleza, inocencia y no contaminación. Entonces… continuemos, de aquí en más, hablando del amor de pareja, ese que es un poquito más cercano a la parte más egoísta o menos altruista de nuestro ser. Yo me hallo en un mundo en el cual me inserto como un siendo vivo, como un “ser-siendo”. Un ser que sabe en teoría y vive sabiendo que el amor es lo único verdadero. Pero que no es algo teórico solamente. El amor como teórico lo vivo en el arte por ejemplo. Pero en la realidad cotidiana, lo vivo como la mezcla que “me impone” el enamoramiento y la acción voluntaria, es decir, el amor, para mí, son mis actitudes que tomo frente al otro, mis elecciones y las decisiones que en las relaciones se deben ir tomando en pos de ese amor. El amor requiere esfuerzo. Amar significa comprensión, aceptación, paciencia, respeto, constancia, perseverancia, voluntad, creación y recreación de vínculos, compromiso, sinceridad, confianza, fidelidad, tolerancia, perdón, dar, recibir, sensibilidad, empatía, comprensión, atención, poseer sentido del humor. Es mirar pero también ver, es abrazar, es reír, besar, buscar, tocar, escuchar pero por sobre todas las cosas oír, jugar, rezar, posponer, gritar, callar, entrar, salir, irse, para siempre volver, enojarse, pelearse, discutir, charlar, arreglarse y volverse a amar, cantar y bailar aunque no se sepa o de vergüenza; es poder pedir como nos salga lo que necesitamos del otro; por qué solo debemos dar?, por qué si amamos y entregamos todo de nosotros no podemos pedirle a nuestro amado que nos ame en actos también?, por qué no poder enseñarle cuáles son esos actos pequeños o tontos que para nosotros valen más que mil palabras de amor o más que mil disculpas?; dónde está escrito que el amor bueno no pide? Y amar también es, aunque me digan que no es correcto ni propio de lo “psi”, celar un poquito, reconocer una pequeña parte del otro amado como propio, como algo mío que no es compartido por nadie más. Es esa necesidad de sentirse “parte de”. ¿Que no es correcto?, ¿Que no está bien?, ¿Que no es buen amor?, ¿Que no es altruista?... Con todo respeto… no me jodan… es humano. Yo soy humano. ¡Se contrapone o se contradice con el “amar sin apego"?, no lo creo, porque voy a amarme a mí misma, voy a respetarme, a conocerme, a cuidarme también, a mirarme, a no dejar mis sueños… Ahora bien, cuando menciono estas cualidades y también estas acciones que definen para mí, en parte, lo que es amar, quiero dejar en claro que es algo recíproco. Que el esfuerzo y la voluntad si parten solamente de uno… en alguna medida, el amor va a seguir siendo “amor bueno”, pero no sostenido si estamos hablando del amor en una pareja; porque justamente pareja es eso amigos míos: dos. Maslow refería que el amor implica una sana y afectuosa relación entre dos personas. Esto es, la necesidad de amor implica darlo y recibirlo. Se necesitan dos. La lucha, el esfuerzo, la voluntad, es de a dos.
El que ama, siempre pone en primer lugar al amado. Desde las palabras y desde las acciones. Y si el amor es verdadero en ambas partes, ese amado actuará de igual manera conformándose una pareja en donde el amor pueda superar todos los obstáculos.
Amor es… lo que vos sientas… es tu historia… contala como quieras.
Marcela Lilián Dlugokinski.

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