sábado, 24 de julio de 2010

DÍA GRIS

Hoy me invade la tristeza de ciertas certezas que lastiman e hieren.


Si querer es aprender… entonces no hay blancos ni negros.

Le sumo el ¿descubrimiento? De mi inmadurez. Inmadurez que me sigue gritando que cuando dos voluntades se suman, todo se puede. Inmadurez que da cuenta de mis fantasías de creer que el amor existe. Y que cuando hay amor… nada es imposible. Sí. Tengo 45 años y aún creo en el amor. En un amor compartido. ” En fantasías animadas de ayer y siempre”… En lo maravilloso que es descubrir un mundo de a dos. En la genialidad de sumar individualidades para ir construyendo una pareja. Y el descubrimiento de sentirme tan viva como en mi adolescencia.

No puedo separar mis actitudes, mis pensamientos, mis deseos y análisis, de mis sentimientos. ¡Qué bueno! Entonces no todo está perdido. Prefiero sufrir a consecuencia de mis expectativas e ilusiones sintiendo todas las emociones a flor de piel, la profunda tristeza, la enorme desilusión, la irremediable desazón, el insondable desconcierto, que se manifiesta en las incontenibles lágrimas que dan cuenta de que estoy… viva.

Debo aprender de la soledad. Soledad que se presenta sin haberla invitado.

Sentir que muero día a día es sentir también que renazco una y mil veces. Y que lo haré tantas veces sea necesario.

Hoy mi corazón tiene las puertas abiertas. Hoy.

Y la ilusión permanece, junto con la seguridad de que cada camino que uno toma, elige o simplemente debe recorrerlo deseando lo contrario, es el camino que nos prepara para algo mejor. ¿Duele? A veces mucho. Pero es infinita e increíblemente maravilloso. Es sentirse vivo. ¿Soy inmadura, chiquilina, adolescente? ¡SI! Infinitamente ¡SI!, si el ser inmadura, chiquilina y adolescente me hace continuar en la búsqueda del amor. De ese increíble amor… que está caminando hacia mí.

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